En el  budismo, los mandalas son representaciones simbólicas espirituales y rituales del macrocosmos (universo) y el microcosmos(individuo). Se asocian principalmente al budismo tibetano. Suponen un medio de unificación entre micro y macrocosmos, despiertan la energía espiritual del individuo y señalan su camino hacia la iluminación.

El círculo es la forma común, sugiere tanto la rueda de la vida, como el estado de plenitud y realización al que aspiran todos los budistas.

Los monjes los realizan con arena de colores, que en general es obtenida de piedras de color pulverizadas, los utilizan para meditar y después proceden a su destrucción.

Acostumbran a representar el proceso de formación del cosmos desde su centro. Cada espacio contiene un punto central, circundado por un círculo y diseños geométricos con un profundo  y elaborado significado simbólico del nirvana.

Al crear un mandala, los monjes budistas deben consagrar el espacio donde se realiza y durante toda la ceremonia cantan mantras y se acompañan de una música especial. Los rezos forman parte del proceso creativo.

En la primera fase dibujan los contornos usando compás, luego distribuyen la arena sobre una tela o en el suelo para crear una imagen tridimensional.

Con un pequeño embudo metálico (chak-pur), que hacen vibrar porque ayuda a la arena a fluir como el agua, rellenan los espacios con millones de granitos de arena. A menudo complementan con flores, gemas, cereales o hierbas.

Esta creación suele durar días, incluso semanas. Una vez completado el mandala, la acción final consiste en destruirlo: lo deben borrar siguiendo un determinado proceso de barrido, la arena barrida se mezcla con agua y muchas veces se dispersa en el mar, simbolizando lo transitorio de la vida. A veces simplemente se dejan a merced del viento para que transporte su energía a través del aire hacia quienes la puedan comprender, o se destruyen con fuego por ser un elemento transmutador.

Las 3 fases de los mandalas budistas:

  1. AKARA o creación
  2. UKARA mantenimiento y expansión
  3. MAKARA destrucción o disolución

En este concepto  budista, un mandala se crea y una vez creado, su energía se expande. El apego genera sufrimiento.

Se medita con él, se deja 21 días y luego debe ser destruido, ya que, según su filosofía, lo único que permanece en la vida es el cambio

Este acto es un entrenamiento importante para dejar ir aquello que se teme perder. Aunque el efecto físico del mandala es efímero, el efecto de su meditación es de larga duración.